[RADIO 3.14 - LA RADIO PI] [PARALELO π


[RADIO 3.14 - LA ONDA π] [PARALELO π]



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Como cada domingo, nos acercamos a la frontera.

Como cada domingo, la merienda y la cesta de picnic.

Como cada domingo, la bandera y el viento, Y según ondee el lienzo, allá dibujamos el remolino.

Como cada domingo nos acercamos a la frontera.

Y esperamos a la abuela y al tío Yi. Y extendemos los brazos y las manos para que nos vean y para enviarles besos. Besos que atraviesan las armas y los soldados de Panmunjom.

No creo que llegue el cónsul. Los domingos no viene. Ni el Gran Líder, por supuesto. Acaso el gobernador.

Hemos pasado por uno de los túneles de incursión que construyeron desde la República Popular. Hace tiempo que nos lo enseñó algún fanfarrón americano que vigila por la zona.

Guerra. Trincheras de la introspección. Armisticio. Ritual.

A veces nos encontramos en la reserva a algún gato, o grullas, que ellas si que atraviesan el Paralelo π de un lado a otro. Y no rinden cuentas a los soldados.

No es difícil ver algún Leopardo del Amur, o algún tigre siberiano. O si me apuras, no es difícil ver a algún desertor. De uno y del otro lado. Por hastío de derroche, o por necesidad de bailar. O de amar.

Cada dos horas el megáfono del otro lado vomita mensajes apocalípticos. Para que nos rindamos. A todo volumen. Mi sobrina Jua se asusta. Pero también de los hombretones americanos que cruzan en el jeep. Para que pidamos perdón, dice mi querida sobrina.

Como cada domingo nos acercamos a la frontera.

Porque aquí mi hermana encontró el amor. Yonugá. Ahora lleva el uniforme de los vigilantes de Panmunjom. Pero antes de la guerra paseaban por las calles de Ponpián armados de besos y manos. El tío Ji nunca dejó que se casaran. La guerra acabó por separarlos.

El Armisticio nos destroza. Es un mar de fondo. No tiene cara, pero impide navegar. Ni ser una grulla, podemos.

Sólo nos queda la frontera.

[Sobre una imagen publicada en ElPais.com]